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Si eres periodista o redactor, ¿ChatGPT (Generative Pre-trained Transformer) te suena a ayuda invaluable o amenaza que conlleva menos puestos de trabajo en el área de las comunicaciones?
El avance de la tecnología siempre ha significado prescindir de cierta mano de obra, desde la Revolución Industrial, pero depende de ti si te subes al tren o te quedas abajo.
ChatGPT es un sistema de Inteligencia Artificial (IA) capaz de generar texto coherente y relevante según lo que requiera un usuario y la forma en que se le consulte por medio de peticiones escritas (Prompt). El entrenamiento masivo de esta tecnología le ha permitido aprender infinitos datos y, gracias a ello, ayudar a los periodistas en su labor de investigación.
Suena a magia: quiero escribir esto y ¡chan!, está listo. Quiero investigar de esto otro, un click y lo tenemos. Pero, ¿realmente podemos confiar a ciegas en ese contenido que nos entrega la IA?
Errar es humano y la IA tampoco es perfecta.
Es aquí cuando el oficio del periodista muta y debe convertirse en curador de contenido. En vez de pasar varias horas o días investigando sobre un tema, ahora tiene la ayuda de ChatGPT, una especie de reportero en práctica que trae el contenido base, pero que luego como editores debemos revisar y contrastar para escribir nuestra nota. Es un ahorro de tiempo impresionante que ahora se puede invertir en análisis e interpretación.
Y aquí entra en juego el criterio y perspicacia de los periodistas como intermediarios y narradores de la información, pues recae en ellos la responsabilidad de velar por la verdad curando datos. De hecho, ya se han conocidos casos de chascarros o vergüenzas públicas por creerle todo a Chat GPT, como el del abogado estadounidense Steven Schwartz, quien usó IA para redactar un documento presentado en un juicio y que incluía datos falsos.
Plataformas de escucha digital
Otras herramientas que también se han potenciado con IA son los servicios de escucha digital, convirtiéndose en herramientas potentes y veloces para periodistas ávidos de información, sobre todo para quienes trabajan en comunicaciones corporativas y necesitan anticiparse a crisis y reaccionar a tiempo.
La startup chilena birs, por ejemplo, identificó esta necesidad y monitorea en tiempo real redes sociales, sitios web y otras fuentes digitales en busca de indicios y tendencias relevantes. Esto permite a los periodistas detectar patrones, opiniones públicas y eventos antes de que se conviertan en titulares en la prensa.
Saber quién dice qué, cuándo, por qué plataforma y con qué impacto es el barrido de información casi inmediato que hace birs. Sin duda esto ahorra varias horas de trabajo investigativo a los periodistas, quienes antes debían consultar red por red buscando menciones y comentarios.
¿Amenaza? ¡No!, no hay que temer a las herramientas que facilitan el trabajo. Es otra ayuda de la tecnología a la labor investigativa, pero que, nuevamente requiere de un trabajo clave: la curatoría del contenido que, sumado al olfato periodístico, hacen del profesional de las comunicaciones un actor clave en la era de la IA.