En las comunicaciones nos enfrentamos permanentemente a varios desafíos, entre ellos uno que es intangible y subjetivo: entregar un mensaje de manera asertiva y que sea comprendido por un grupo amplio y heterogéneo de personas.
A diferencia de otras profesiones como: el constructor que construye, el médico que sana, el actor que actúa, los encargados de las comunicaciones debemos tener la habilidad de generar “match” con el cliente o con nuestra fuente, para que nuestro trabajo resulte de manera exitosa. Para esto, entregar y recibir un buen feedback es primordial.
Tips para implementar la retroalimentación
LeeAnn Renninger, cofundadora de LifeLabs Learning, una compañía que brinda capacitación en liderazgo para gerentes y sus equipos, además de ser doctora en sicología cognitiva, diseñó una fórmula de cuatro etapas para generar esta conexión:
1-. El “micro sí”: Las personas deben comenzar preguntando algo breve, pero importante. Iniciar con “¿tienes cinco minutos para hablar sobre la última conversación?” o “tengo algunas ideas sobre cómo mejorar el problema, ¿las puedo compartir contigo?”.
Esto anunciará al cerebro que está por venir una retroalimentación, será una herramienta de estimulación y creará un momento de aceptación. El oyente se sentirá con la autonomía de poder responder.
2-. Aportar tus datos: Es importante mencionar tu propia experiencia, lo que oíste o viste, y quitar cualquier palabra que no sea objetiva. Las palabras difusas pueden significar diferentes cosas para distintas personas. Un orador con un buen feedback convierte las palabras difusas en datos reales. Por ejemplo, en vez de decir “no eres confiable”, el orador diría “dijiste que me enviarías ese correo a las 11 y aún no lo recibo”.
3-. Declaración de impacto: La persona debe indicar en qué medida el tema tratado lo impactó. Continuando con el ejemplo anterior, diría “al no recibir tú correo, no pude terminar con mi trabajo”, en otro caso decir “me gustaron las historias y/o datos que agregaste porque pude entender los conceptos más rápidamente”. Esto ayuda a dar un propósito, un sentido y una lógica de datos.
4-. Pregunta: Cerrar el mensaje con una pregunta crea un compromiso del oyente, en vez de sentirlo como una orden. Por ejemplo, “esto deberíamos hacer, ¿qué te parece?” o “¿qué opinas?”. Esto ayuda a que sea una conversación y no un monólogo.
Como dato extra, la experta dice que no hay que esperar que el feedback llegue siempre de manera espontánea, sino que lo puedes pedir frecuentemente, y eso te transforma en un aprendiz permanente.
Puedes conocer más detalles en la charla TED que dictó la misma LeeAnn Renninger hace un tiempo y que puedes ver completa en este enlace:
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